El universo de Oz vuelve a brillar con el estreno de Wicked: For Good, la segunda parte de la precuela que reversiona la historia de la Bruja Mala del Oeste. El clásico sigue renovándose.
Todo empezó en 1900 con la publicación de la novela infantil de L. Frank Baum, El maravilloso mago de Oz, que siguió con una saga de 13 libros más. Para 1902 ya la habían convertido en un musical de Broadway y décadas más tarde llegaría la versión definitiva: la película musical de 1939 con Judy Garland. La película fue nominada a 6 premios Oscar y con los años se convirtió en un film de culto conocido en todo el mundo.
Los famosos zapatos de Dorothy en El mago de Oz eran originalmente plateados en el libro. Los hicieron rojos para aprovechar el Technicolor, una tecnología que hacía ver los colores muy vibrantes y saturados. Así como también estaban el memorable camino de baldosas amarillas y el castillo brillante verde esmeralda.

Hubo más de 70 adaptaciones a películas, series y obras de teatro basadas en Oz, como una secuela muy perturbadora pero que me gusta mucho: Return to Oz (1985), que tiene unos bichos que andan en ruedas rarísimos. Entre las animadas, hay una con Tom & Jerry, una con los Muppets, y también está Oz the Great and Powerful (2013), que es una precuela malísima que hizo Disney dirigida por Sam Raimi.
Dorothy era una niña de Kansas que es arrastrada por un tornado hacia una tierra de fantasía en la que hay brujas buenas y brujas malvadas, y se convierte en la heroína que destruye a la Bruja Mala del Oeste tirándole un balde de agua. Y ahí empieza Wicked: Glinda, la bruja buena, recuerda cuando ambas eran compañeras en la Universidad de Shiz, una escuela tipo Hogwarts, donde se hicieron grandes amigas.

En 1995, Gregory Maguire escribió una precuela oscura y para adultos, Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West, que exploraba temas como la propaganda política, la discriminación y la verdadera naturaleza del mal.
Y en 2003 se estrenó el musical Wicked en Broadway, que hoy sigue en cartelera. La convirtieron en una historia más accesible y emocional sobre la amistad entre dos mujeres. Agarra a una de las villanas más icónicas de la cultura pop y plantea qué pasaría si la historia no fuese tal como nos la contaron: nos presenta a la Bruja Mala del Oeste, Elphaba, tratando de entender quién es mientras todo el mundo la mira raro por ser verde. Entendemos su tristeza, su soledad y también la lucha interna que la sostiene cuando todo se le pone en contra.
Elphaba siempre fue leída como un ícono queer: distinta, señalada, y aún así poderosa y con sus convicciones claras. En su versión original fueron Kristin Chenoweth e Idina Menzel, y en cine, Ariana Grande y Cynthia Erivo, todas íconos queer.
Lo bueno y lo no tanto de For Good

Seguramente esta segunda parte, Wicked: For Good, sea una de las películas más vistas del año, pero el error imperdonable es que hayan dividido un musical que en teatro dura menos de tres horas en DOS películas que duran casi tres horas cada una. Innecesario estirar la trama de esa forma.
Y esto ya es muy personal, pero la música de Wicked nunca me gustó tanto. Sacando “Defying Gravity” y la divertida “What Is This Feeling?”. ¿El resto? Meh.
Ahora bien, los últimos 20 minutos que dura la secuencia final de Wicked: Parte Uno con la canción “Defying Gravity” son una cosa espectacular. Llegan a la Ciudad Esmeralda y, de repente, hay acción, drama, tensión y la trama se pone mucho más oscurita. Un despliegue visual impresionante y la música es buenísima y tiene una fuerza que, sólo por esa secuencia, vale la pena verla. Es el momento en que Wicked cumple con todo lo que promete. Más de un siglo después, el maravilloso mundo de Oz no ha perdido su magia.
WICKED: Part One (2024) está disponible en HBOMax. Mientras que WICKED: For Good (2025) por ahora está disponible sólo en cines.





