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Vinos Naranjos: Matías Michelini y la revolución de una técnica ancestral que volvió para quedarse

Conversamos con el enólogo mendocino, pionero en este estilo, para entender cómo se elabora, qué lo hace distinto y por qué hoy ya es parte del lenguaje cotidiano del vino argentino.

Cada 6 de octubre, el mundo del vino celebra una categoría que desafía las etiquetas tradicionales. Los vinos naranjos —elaborados a partir de uvas blancas fermentadas con sus pieles y semillas, como si fueran tintos— se han convertido en sinónimo de autenticidad, historia y exploración. Lo que comenzó como una rareza de autor hoy es una tendencia consolidada que gana lugar en cartas, vinotecas y bares de todo el país.

Para entender su origen y su presente, hablamos con Matías Michelini, uno de los referentes más influyentes del Valle de Uco, pionero en este tipo de elaboración, cofundador de la bodega Super Uco, Sitio La Estocada, y Passionate Wine, junto a su mujer, Cecilia Alvarez. Desde su mirada, el naranjo es tanto un retorno al pasado como un salto hacia el futuro. 

Mirar el pasado para hacer vinos del futuro

“Un vino naranjo es un vino que se elabora a partir de uvas blancas fermentadas con pieles y semillas, con un proceso muy similar al de los tintos: alta temperatura de fermentación, remontaje y maceración prolongada”, explica Michelini. De esas pieles proviene el color ámbar que caracteriza a este estilo, a medio camino entre el blanco y el tinto.

Para el enólogo, esta técnica rescata prácticas ancestrales, pero las actualiza con una sensibilidad contemporánea: “Seguramente es una recuperación de una técnica ancestral, como si uno mirara los vinos del pasado para hacer los vinos del futuro. Traer lo ancestral con técnicas modernas permite vinos más genuinos y con una fuerte expresión de carácter”.

En su bodega, trabaja con maceraciones de 90 días, fermentaciones con pieles y semillas, y crianzas en ánforas o barricas, cuidando cada detalle para evitar la oxidación. “El desafío está en mantener las vasijas bien llenas para que no haya oxígeno”, cuenta.

Más que una tendencia: un nuevo lenguaje

Cuando Michelini lanzó su primer naranjo, el Torrontés Brutal 2011, pocos lo entendieron. “Fue un vino muy criticado”, recuerda. “Hoy todas las bodegas lo hacen; se reafirmó como tendencia y ya es una categoría instalada”.

La evolución fue notable. “Al principio eran vinos más rústicos; con los años fuimos encontrando sutileza y frescura”, dice. Para él, los naranjos representan una nueva paleta sensorial: “Son vinos que tienen la frescura de un blanco pero la estructura de un tinto. Amplifican las posibilidades gastronómicas”.

Y aunque algunos sostienen que la maceración puede “ocultar” el carácter del terruño, Michelini no lo ve como un problema, sino como otra forma de expresión: una manera distinta de conectar con el vino.

Viticultura consciente y trabajo de campo

En un contexto donde se habla de “vinos sin intervención”, Michelini prefiere la honestidad técnica: “Es un concepto errado. Para lograr cualquier vino hay que trabajar mucho en el viñedo. Nosotros hacemos vinos de alta intervención, muy respetuosos de la naturaleza, con mucho trabajo en el campo”.

Su filosofía biodinámica se combina con una búsqueda constante de equilibrio entre naturaleza y acción humana. “Hay una conciencia creciente en el cuidado de la tierra y el entorno, sobre todo en las nuevas generaciones. Eso impacta positivamente en todas las categorías”, agrega.

Sobre el cambio climático, es directo: “Las plantas se adaptan mejor que los humanos. Nosotros tenemos que aprender a adaptarnos para mejorar las condiciones”.

Cómo acercarse a un naranjo (y con qué disfrutarlo)

Para quienes nunca probaron uno, el consejo de Michelini es simple: “Que se liberen de prejuicios, que abran los sentidos, que se relajen y disfruten. Son vinos cargados de carácter desde lo visual hasta lo gustativo.”

¿Su maridaje perfecto? Uno bien argentino: “La molleja a la parrilla con limón. Quería un vino que acompañara ese plato; imaginé un tinto hecho con uvas blancas, y así nació mi primer naranjo.”

Cinco vinos naranjos argentinos para descubrir

Para celebrar el Día del Vino Naranjo, te dejamos una selección de etiquetas que reflejan distintas miradas sobre este estilo:

1. Torrontés Brutal – Passionate Wine (Valle de Uco): El pionero de Michelini. Rústico, vibrante y auténtico, conserva la esencia de aquel experimento que marcó el inicio de la categoría en Argentina.

2. Alma Negra Orange – Ernesto Catena Vineyards: Un blanco con pieles que combina potencia y elegancia. Notas de té, miel y damasco seco; ideal para quienes buscan un naranjo más sofisticado.

3. Livvera Malvasía – Germán Masera: Producido con mínima intervención y maceración prolongada. Floral, herbal y de final salino, uno de los más reconocidos del país.

4. Paso a Paso Naranjo – Paso a Paso Wines: Blend experimental de pequeñas parcelas. Tiene textura, energía y una frescura cítrica que lo vuelve perfecto para acompañar comidas intensas.

5. Enorgullecida – Paula Michelini: Elaborado con criollas blancas en Mendoza. Un vino luminoso y delicado que une tradición familiar con una mirada joven y femenina.

Por último, va un plus: te dejamos este link donde ir a probar vinos de este tipo acá en Mendoza. Los vinos naranjos son una puerta de entrada a un vino más libre, con historia y sentido de lugar. En palabras de Michelini, “no hay que entenderlos, hay que sentirlos”. 



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