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Cartagena de Indias: un paraíso que arde

Alegre, airosa, elegante, Cartagena de Indias -en Colombia- es un destino de esos que hay que llevar a cuestas en la memoria y en los sentidos. Bañada por las aguas del Mar Caribe, desborda riqueza cultural e histórica.

Capital del departamento de Bolívar, en Colombia, Cartagena de Indias es una ciudad que invita a recorrerla, palparla, olerla, escucharla. Llegar hasta allí inclina al viajero estar dispuesto a dejarse inundar por una rica avalancha de historia, paisajes, costumbres, sabores, sonidos y particulares personajes que le acercan ese condimento propio, único, particular, por el cual sin dudas quien la camine deseará regresar.

Fue fundada el 1 de junio de 1533 por Pedro de Heredia, es la quinta ciudad del país en población después de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. El despliegue arquitectónico y funcional de su centro histórico, convertido en un célebre destino turístico, capta como pocos la atención de quienes lo recorren.
 
A orillas del mar Caribe, Cartagena se alza dividida en dos: la ciudad nueva y la ciudad vieja. Entre sus más representativas cualidades, la riqueza de sus edificaciones civiles, militares y religiosas permiten identificar la madurez histórica de la metrópoli desde el siglo XVI  hasta la actualidad. La confluencia de los tiempos y la integración de culturas hacen de Cartagena también una urbe vanguardista que conserva intacto su recuerdo, sus usos y sus tradiciones.
 
Se percibe alegre, airosa, elegante, pero también sus calles, muros y balcones esconden la nostalgia del pasado, donde leyendas de piratas, esclavos y colonia se respiran a cada paso. Cartagena es considerada una de las ciudades más hermosas del nuevo mundo. Como resultado del florecimiento insospechado en materia de turismo, muchas de las antiguas moradas de la villa hoy se han convertido en casas de veraneo, hoteles boutique y de lujo, centros de spa, finos restaurantes y comercios de gran categoría.

 

Cartagena de Indias - Jardines y pileta en casona
Amplios jardines y una pileta en el interior de una de las casonas de la Ciudad Vieja, hoy hotel de categoría.

 

Ante los ojos del viajero la ciudad antigua se presenta colorida y bien conservada. Es la “Ciudad amurallada” (cuya construcción data del 1600 al 1796) rodeada de baluartes, fuertes y grandes murallones que fueron construidos para defenderse de invasiones o saqueos extranjeros. Así, población, víveres y riquezas se mantenían a salvo. Hoy declaradas patrimonio cultural, cada antigua casona, sus balcones, sus tejados, barandas y barrotes aportan un inigualable valor cultural a la ciudad. Vegetación florida y frondosa, jardines, pérgolas, arcos, aljibes, miradores y terrazas componen un escenario difícil de olvidar. Cada transeúnte es una historia y en cada residencia se cuelan mil vivencias para relatar.

La visita a este ardiente paraíso obliga al menos a descubrirlo en varios días. Son imperdibles en este centro histórico lugares tradicionales como la Torre del Reloj; las plazas; dar un paseo en coche; visitar el museo del oro y la esmeralda y las iglesias catedral Santo Domingo y San Pedro Claver, sin dejar de conocer su historia. Tomarse un trago en el Café del Mar, relajarse ahí mismo mirando el mar, escuchando la mejor música y dejando que la brisa acaricie el rostro es una experiencia para agendar.

 

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Los balcones floridos, una de las pasiones de los habitantes.

 

El bus turístico ofrece un panorama completo de la ciudad y sus atractivos, que nos llevará por espacios como el Baluarte San Felipe de Barajas -protector de la ciudad y artífice de las defensas más heroicas de Cartagena-; el Monasterio de la Popa, el Palacio de la Inquisición, las Fortificaciones, la Casa de Rafael Núñez; las Bóvedas, la calle del Arsenal para salir de rumba y los blancos edificios de Bocagrande, donde con cafés y centros comerciales al borde de las playas del sur, revelarán un panorama moderno y casi casi inesperado.

 

Cartagena de Indias - Epicentro de negocios
La ciudad Nueva o Ciudad Blanca, epicentro de negocios y modernidad.

 

Aquí se llega a una distinguida y moderna zona destinada a hombres de negocios y ejecutivos de empresas; grandes consumidores de primeras marcas y productos calificados. Junto a Castillogrande y El Laguito, conforman la zona donde se despliegan las más importantes edificaciones residenciales, hoteles de lujo, edificios inteligentes, discos y restaurantes de avanzada. Es característica la pintura blanca en sus paredes que transmiten ante la mirada, pureza y pulcritud. Posee una vista privilegiada a la bahía de Cartagena y al Mar Caribe; y constituye otro de los polos turísticos de la gran ciudad.

 

Cartagena de Indias - Playas
Las playas de Cartagena de Indias garantizan aguas cálidas y largos paseos por la orilla del mar.

 

Sus playas de aguas cálidas y arena relajante son el blanco perfecto de vendedores ambulantes que agobian el sano equilibrio. Pero no hay que alterarse pues ni las trenzas que empiezan a peinar sin permiso, ni los masajes de pie que interrumpirán la siesta, ni el acoso constante de vendedores de collares, jugos, anteojos, gorras o sombrillas eclipsarán la plenitud y la alegría con que este destino inunda el viaje.

Una vez puesto el sol, y de regreso en la ciudad vieja, conciertos, teatros, espectáculos callejeros y típicas delicias de una muy cuidada gastronomía hacen alucinar aún al más experimentado: no hay que dejar de visitar el teatro Adolfo Mejía; dar un paseo en chiva y recorrer las calles del circuito de la salsa, para aprender a bailar conga y chachachá.
 
Distinguida, divertida e inolvidable, Cartagena es disfrutable todo el año: festivales de cine, música y gastronomía; fiestas de la Independencia, certámenes de belleza y mercados artísticos inundan la agenda de su calendario cultural.
 
Las luces de la ciudad, el tono dulce de quien nos hable, la sonrisa de las morenas con sus trajes y frutos en la cabeza y el calor apasionado del que danza incansable, ambientan escenarios sin igual, llenos de magia y encanto… momentos que al recordar, con seguridad nos dejarán sin aliento.

 

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El atardecer tiñe de dorado los edificios y callejuelas del casco antiguo.

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