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Empresarios new age

Gastón y Valentín son los hijos del intendente Rodolfo Suárez. Son dos emprendedores mendocinos guapísimos que también cultivan su gusto por la música y la «espiritualidad».

Son emprendedores, jóvenes y trabajadores, con objetivos claros. Y son muy lindos. También meditan a diario y estudian a fondo el Calendario Maya. Les interesa la vida sana, la alimentación saludable, la música. Como «empresarios new age» se definen si se los pido, pero prefieren renunciar a las auto-definiciones. Cada uno tiene su hogar, pero todos los jueves almuerzan con su mamá y los domingos se comen un asado con su papá Rodolfo Suárez, el intendente de la Capital.

Sonrientes como siempre y de vibrantes ojos claros Gastón (29) y Valentín (26) Suárez Duek me reciben para la entrevista. Verlos juntos resalta su parecido, pero ellos comparten más que los rasgos físicos.

Dicen que son mejores amigos desde siempre, a pesar de las inevitables trompadas de la infancia, y reconocen que estar separados los hizo valorarse mutuamente. «En la niñez nos matábamos a piñas, nos perdimos el miedo y nos ganamos el respeto» cuenta Valentín, quien es, además, el músico de la familia.

También conocido como Pezdragon, se enamoró de la música desde chiquito: «Aprendí a tocar guitarra a los 9 años y de ahí empecé, ya tenía las canciones escritas en un cuaderno y tenía melodías en la cabeza, así que fui a Joe Moya, él me enseñó a tocar». A principio de este año sacó su primer disco Pezdragon, de cinco temas, producido por Luis Puppo, y ahora cocina el segundo, que dice que es «más casero» y saldrá del horno hacia fin de año.

«Ahora lo estoy produciendo yo a piacere, me tomo el tiempo que quiero, voy tranquilo, tengo todo ahí para hacerlo», dice.

–¿Hacés presentaciones?

–Valentín (V): No tanto. Por ahora no tengo necesidad de hacerlo, estoy más concentrado escribiendo canciones o grabándolas, escribiéndoles los bajos, las baterías. Sí comparto mi música en reuniones,  toco algo, me interesa más así que hacer una publicidad y una imagen y salir a vender una cosa.

–¿Ni siquiera con los discos?

–V: Del primero hice muy pocas copias, las repartí entre amigos, no vendí ninguno, los regalé todos. Y lo subí a internet, se puede descargar desde mi Bandcamp.

–Dijiste que también cocinás…

–V: Cocino, tengo una empresa de comidas vegetarianas (Que Sana). Cocino yo y tenemos un equipo de cocineros, cocinamos para eventos privados o los auto gestionamos. Este año nos dedicamos más a catering, antes era más viandas y delivery de productos veganos, integrales, orgánicos.

–¿Ustedes son veganos?

–Gastón (G): Yo desde hace un tiempo rompí todo tipo de auto-definición por mí mismo.

–V: Sin definirte te das la posibilidad de cambiar.

–A veces es medio inevitable definirse…

–V: Sí, pero sin caer en una identificación con eso o un apego que termina siendo peor, perjudicial, te estás perdiendo un montón de otras cosas o te definís como algo sin darte la posibilidad de variar. En una sociedad uno siempre está definiendo las cosas, hay un sistema que busca tener personas bien definidas para ver cómo van a ser funcionales a lo que está establecido.

–G: Somos parte de una generación de pioneros en aprender a vivir, a redefinir los trabajos. Ahora estar cómodo es mucho más importante que ganar más. Podés trabajar desde tu casa para cualquier parte del mundo, entonces ya sabés que vas a hacer muchos trabajos distintos en tu vida.

 

Hermano mayor

Gastón, o Tonga,  estudió Ingeniería en Informática. Con su amigo Juani Peltier fundaron Blissout en 2008,  una agencia de marketing online, en el momento justo en que estas nuevas formas de comunicar y vender empezaban a pisar fuerte en Mendoza.

«Un estallido de felicidad. De éxtasis divino» sería la traducción de Blissout, un emprendimiento que se nota lo apasiona. No se cansa de decir que cree muchísimo en el trabajo y que el marketing es su forma de realización personal, ayudando a los demás a cumplir una misión.

Y para cumplir sus misiones podríamos decir que se las han ingeniado bien. Desde adolescentes empezaron a viajar teniendo la mayor cantidad de trabajos temporales posibles a la vez. «Eso nos ha marcado mucho, la posibilidad de vivir afuera trabajando, hemos trabajado de todo, de valet parking, modelos, limpiando mesas, en la construcción».

«En Key West, (Miami, Florida) estuvimos seis meses viviendo en 2008 y cuando volvimos nos pusimos a trabajar con Blissout. Fuimos allá, trabajamos, nos pudimos comprar computadoras por primera vez y nos pusimos a trabajar», cuenta Gastón.

Además estuvieron cinco meses en Waikiki Beach (Hawaii) trabajando como valet parking en hoteles. Dicen que eso les sirvió para aprender a tratar con la gente. También dicen que viajar «te hace crecer la cabeza».

«Cuando llegás allá estás en otro país, no te conoce nadie, no sos nada, estas por vos mismo y tenés que ir para adelante, entonces surge un nuevo arquetipo», explican.

–¿Y acá sí sienten que los conocen por ser «los hijos de»?

–G: Yo no lo he sentido en absoluto, ni para bien ni para mal. Yo creo que eso también es por mi viejo que tiene un perfil muy bajo, eso es su trabajo, después nos juntamos con él a comer, a jugar al fútbol.

–V: Si me preguntás de mi papá, si fuera carpintero te diría lo mismo: es mi papá.

–G: Siempre acompañarlo, y más si él está feliz. Acompañar la emoción.

En cuanto a la política, Gastón dice por los dos que ellos están «un poco en otro planeta» y creo que agradecen que su papá haya sido discreto en exponerse, y especialmente en exponerlos a ellos.

De su mamá, Claudia Duek, anfitriona de los almuerzos de los jueves, me cuentan que es una «genia y muy emprendedora». «No somos mameros pero la admiramos» dice uno y asienten los dos: «reconocemos su esfuerzo».

 

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