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Francisco Bustos Arteaga: Diálogo con el artista

En una apasionante charla conocimos al artista visual, dueño de una versatilidad que lo ha llevado a trabajar en diferentes campos como el de la pintura, el diseño y la animación, la ilustración, la postproducción, el video instalación, y el vjing.

Tuvimos la oportunidad de conversar con Francisco Bustos Arteaga, un artista que llamó poderosamente nuestra atención en la feria Epicentro, el encuentro que tuvo lugar hace unas semanas en el ECA. Allí, tan sólo dos obras suyas bastaron para que quisiéramos conocer a quien está detrás de los lienzos pintados con óleo, con un estilo tan marcado y una gran solvencia en su ejecución. Nos contactamos con él y pudimos conocer su historia. 

Es artista hasta la médula, su expresión predilecta es la pintura, el óleo sobre lienzo, pero su creatividad efervescente y sus ansias de aprender y crecer, lo llevaron a andar por los caminos del arte audiovisual, desde video instalación hasta diseño y animación. Podríamos definir a Bustos como un artista autodidacta y apasionado. 

 

La historia de Francisco Bustos Arteaga

Francisco nació en Chile, desde chico, en su mente, existía un universo repleto de creaciones que debía plasmar en algún sitio. Su padre, ingeniero en explosivos, trabajaba abriendo caminos a través de la cordillera. Su madre, contadora de profesión pero con vocación de artista, incursionaba por diversas manifestaciones: bordado, cerámica y pintura entre otras. «Yo estuve siempre muy al lado de ella. Se juntaba con amigas a pintar al óleo. El olor a trementina para mí es como volver ahí».

En su hogar atesoraban herramientas de todo tipo las cuales despertaban su curiosidad y acrecentaban su enorme potencial creativo. «Viví siempre creando cosas, también jugando e inventando, tenía de todo para hacerlo».

 

Bustos Arteaga creció con la firme convicción de ser arquitecto; de pequeño dibujaba planos y construía casitas. La decisión de estudiar artes fue una lotería y llegó casi como una revelación. La pregunta de un joven profesor suplente de artes del colegio marcó su futuro: «¿Qué es el arte?». Francisco a sus 17 años comenzó a cuestionarse todo lo que daba por sabido respecto a esto: ¿Para qué pintamos? ¿Qué sentido tiene? y hoy recuerda que, «el hecho de que no tuviera sentido» lo llenó de curiosidad.

Sus estudios: la Academia y su propia metodología 

Francisco decidió igualmente estudiar arquitectura pero por cuestiones del destino -y de un error en sus promedios para ingresar a la facultad de Arquitectura- comenzó a cursar en la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile y se enamoró por completo. «Fuí el primer día a la Escuela de Artes, volví a mi casa y le dije a mi mamá, yo no me muevo de acá, esto es lo más maravilloso del mundo», compartió y sumó: «El mundo de las facultades de arte es hermoso, hay gente loca por todos lados haciendo cosas locas».

Tomó clases de todas las materias que enseñaban técnicas pictóricas ya que su mayor pasión siempre fue el lienzo, el óleo y el pincel. Francisco es pintor por sobre todas las cosas. 

A sus 20 años, viajó a Mendoza sin saber que iba a ser su lugar definitivo en el mundo. Su primer encuentro con el arte de acá fue en el ECA, en donde en aquel entonces se exhibía una muestra de alumnos de la UNCuyo. Francisco quedó impactado, por un lado notaba la accesibilidad a los espacios institucionales a alumnos que, a diferencia de su país natal, están reservados a artistas consagrados. Y por el otro, la cantidad de expresiones pictóricas, «acá pintan, acá me quedo», dijo.

 

El artista tomó finalmente la decisión de dejar sus estudios y su vida en Chile y radicarse en Mendoza. Su primer tiempo en la provincia la pasó encerrado en su casa aprendiendo a utilizar programas de edición de imagen, estudiando de forma autodidacta, produciendo obras y vendiendo en ferias, pero por sobre todo buscando una identidad. 

Al año de establecerse en nuestra provincia participó de su primera muestra individual con la primera tanda de la serie Sustancias en el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza, en la cual antes funcionaba una sala de exposición de arte joven.

 

¿Tuviste algún maestro en Mendoza?

Sí, Orlando Siliotti, una persona muy ermitaña. Un día le toqué la puerta de su taller en la Quinta Sección y me ofrecí a ser su discípulo. De él aprendí a armar bastidores y lo ayudaba a pintar. Quería aprender  cómo ser un artista. Entendí que al arte hay que vivirlo, no basta solo con estudiarlo.

Serie Prisiones: diálogos entre el Barroco, el Rococó y el Surrealismo 

Cuando comenzó la serie Prisiones, Francisco miró a los maestros de la historia. Su búsqueda y sus gustos siempre estuvieron ligados a lo figurativo. Fanático de Caravaggio y de la pintura flamenca, buscó en ello elementos para su obra: la paleta de colores, la figuración e iluminación. La tela enroscada y los pliegues también hacen alusión a aquellas épocas del barroco y el rococó, en donde todo era abundante y plagado de detalles y drama». Al principio fueron solo telas arrugadas que ocupaban aquel espacio negro infinito. Los elementos llegaron después.

La obra de Francisco es hipnótica: la figura humana envuelta en aquellos paños, sin entender qué está pasando detrás. Manos y pies que salen disparados, que se entrelazan y sostienen objetos. Todos los elementos son símbolos que el artista incluye en la obra, que dialogan e interpelan al observador. En sus pinturas hay un adentro, un afuera, un espacio, hay historias y un montón de imágenes que él antes pensó y proyectó cuidadosamente. 

 

¿Cómo son tus procesos creativos? 

Soy muy mental y meticuloso, tengo que tener todo planeado, todo ordenado en mi cabeza y todo resuelto, para no equivocarme y para no improvisar. Por ejemplo, con la serie Sustancias, trabajé los bocetos en la computadora con Photoshop, llevando al 3D las manchas, dándoles volumen y generando la espacialidad. También para probar los colores y la ubicación de la luz. Esto de llevar a la realidad, ocupando el espacio físico, algo que hice en la virtualidad me parece interesante. Con las obras actuales estoy bocetando a través de la escritura, como los surrealistas. Escribo pequeñas oraciones que se transforman en imágenes. Parto de una serie de condiciones que me pongo, voy teniendo pensamientos y voy armando las obras.

 

Cuando siento que el trabajo se agota, freno la producción por un tiempo para planificar cuál es el paso que sigue, para saber cómo voy a continuar con el trabajo y qué voy a crear. 

Francisco menciona además que para lograr la obra de arte por excelencia, el artista debe ser lo más fiel y auténtico que se pueda, librándose de prejuicios que cargan a la obra de significantes que a él lo alejan de ese resultado final al que desea llegar. 

¿Dónde podemos ver tus obras? 

En Pizza Casa de Arte. Me gusta que estén ahí, que la vea la gente, en la galería hay circulación. El Facu -Galerista Facundo Piazza- está armando también un pequeño restaurante a puertas cerradas de muy pocas mesas en donde la gente reserva, va a comer y consume arte. 

¿Qué otros proyectos tenés? 

Este año no he tenido mucho tiempo de pintar ya que he estado con la realización de un mapping que se proyecta en el monumento del Manzano Histórico en conmemoración de los 200 años del retorno de la Patria de San Martín. Hago un paréntesis para comentar que también participé del diseño del mapping Seamos Libres en el Cerro de la Gloria. Por otro lado, estuve pintando el techo del café La Casona en la bodega Los Toneles; 12 bastidores de dos metros por uno y medio de cielo, ese trabajo me llevó bastante tiempo. Actualmente estoy desarrollando un mapping para un mini teatro que abrirá próximamente en el pullman del ex cine sportman. 

 

Cuando no pinto soy Vj, formé parte del diseño de las visuales de Hernan Cattaneo junto a otros Vjs muy talentosos. El grupo del que formo parte se llama Vlur: somos Martín Ríos, Walter Guasco y yo. Estuvimos trabajando junto a Motia, conformado por Julia Posada y Gimena Federici, también participó Tim McClane. 

 

¿Cuáles son tus planes a futuro? 

Me gané una beca del Fondo Nacional de las Artes para investigar las técnicas barrocas, entonces los últimos bastidores de Las Prisiones, la última serie, están preparados a la media creta: con huevo, aceite de lino, cola de conejo. Esta mezcla sirve para lograr un acabado más brillante en las obras. 

Quiero armar también una súper obra de Prisiones, un gran bastidor lleno de simbología por todos lados y que la gente se tenga que quedar mucho tiempo mirando y descifrando cada elemento. 

La charla se extendió y pudimos conocer a la persona detrás del artista, aunque por momentos aquella separación se desdibuja ya que Francisco es, en su plenitud, junto a sus pinceles, sus pinturas y sus bastidores. 

 

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